Las ostras bombean agua a través de sus branquias, filtrando tóxicas partículas. Antes omnipresentes en el puerto de Nueva York, casi han desaparecido debido a la sobrepesca, la contaminación y la pérdida de hábitat. La restauración de ostras es fundamental para tener las vías fluviales más saludables.
Las ostras bombean agua a través de sus branquias, filtrando tóxicas partículas. Antes omnipresentes en el puerto de Nueva York, casi han desaparecido debido a la sobrepesca, la contaminación y la pérdida de hábitat. La restauración de ostras es fundamental para tener las vías fluviales más saludables.
En el siglo XVll, los lechos de ostras cubrían aproximadamente 220,000 acres del fondo del estuario del puerto de Nueva York. A medida que la ciudad crecía, también lo hacía el consumo de ostras: los carritos de ostras de «a un centavo cada una» abarrotaban el paseo marítimo y todo el mundo las comía, ricos y pobres. Con el tiempo, sin embargo, el desarrollo de las costas, la sobrepesca, el dragado, las toxinas industriales y los desechos vertidos directamente en el puerto diezmaron la población de ostras.
Los arrecifes de ostras proporcionan un hábitat importante para peces, cangrejos, gusanos y otros animales. Las ostras también son prolíficos filtradores que eliminan toxinas orgánicas e inorgánicas de la columna de agua. En otras palabras, más ostras equivalen a una mejor calidad del agua.
Desde 2014, Billion Oyster Project, una iniciativa combinada de educación y restauración, ha trabajado para reintroducir esta especie clave y restaurar el puerto de Nueva York para que sea un estuario rico, diverso y abundante. Con la ayuda de más de 6,000 estudiantes y 10,000 personas voluntarias han plantado 45 millones de ostras en el puerto, restaurando 12 acres de hábitat en 15 sitios de arrecife.